6 de agosto de 2012

La magia del cine

En realidad, de la fotografía editoral. Pero las hice tan apurado que me acerqué bastante a los 24 cuadros por segundo del séptimo arte.
  • The challenge: Fotografiar una entrevista, en forma de "mesa redonda", que se había realizado días atrás, a más de 1000 kilómetros de distancia, en la ciudad de Formosa.
  • The plan: Ubicar a los tres entrevistados en una oficina del microcentro, y pedirles que "representen" la charla que habían tenido (si hubieran sido actores, todo habría resultado demasiado facil).
  • The plus: Hacer una foto de apertura para la nota. Donde los tres personajes aparecieran mirando a cámara, preferentemente felices, y esta vez sin estar simulando nada.


La primera sorpresa fue cuando llegué, a la hora pautada, al lugar pautado. Nada más recibirme, mi "contacto" en el lugar (el agente de prensa de IPCVA) me informa:
 -Están en una reunión. No los puedo sacar.
Decidimos que voy a volver a las cuatro (hora y media más tarde) para tener tiempo de buscar un lugar propicio, armar y probar las luces, y liberar a los tres actores a las cinco.
-Mirá que a las 5 se van, eh. Me advierte la apocalíptica voz de la conciencia.

Decido caminar unas cuadras hasta el café que me gusta y me quedo mirando el reloj hasta la hora convenida.
Como el guardia de seguridad de la entrada casi no me hizo perder tiempo y el ascensor llegó enseguida, estuve de vuelta en el lugar antes de las 4.
Grande fue mi sorpresa cuando me apeé en el piso 22 y lo vi a "contacto" haciendo la foto con su teléfono celular. Me mira con pánico.
-Se tienen que tomar un avión. Pensé que no llegabas.
En este punto, sólo la desesperación que sentí impidió que me desmayara.
Me presento a los entrevistados, formateo la tarjeta, me saco la campera y trato de memorizar su nombres. Todo junto y al mismo tiempo que busco de reojo un lugar donde fotografiarlos, mientras trato de adivinar cuántos tercios de potencia tengo que bajar el flash para que coincida con las dicroicas asesinas del rincón.

Lo que siguió fue un torbellino de indicaciones y fotos, donde no me alcanzaba el aire para decirle a los tres al mismo tiempo dónde se tenían que parar y hacia dónde tenían que mirar.
Los improvisados actores colaboraron entusiasmados (había que tomar ese avión) y fueron enormemente creativos al momento de imaginar que los estaban entrevistando.
Gracias a eso pudimos lograr tres imágenes (bastante anodinas pero "correctas") que sirvieron para ilustrar la nota, en apenas diez minutos exactos!!
En el medio hasta tuve tiempo de sacarme los zapatos para subirme a un sillón de cuero que parecía nuevo, y hacer que los actores probaran dos o tres cambios de vestuario (no, esto no).

Recién cuando mis modelos se abalanzaron escaleras abajo en busca de un taxi al aeropuerto, me dí cuenta de lo silenciosa que estaba la habitación. El "contacto" y yo nos miramos como si acabáramos de bajar ilesos del pulpo del ItalPark.

Foto 1: Prueba de luz. Notarán aquí la total ausencia de fotómetro, cartón gris al 18% o cualquier otra herramienta  que destile profesionalismo. 




Foto 2: La última, diez minutos después. En el medio solamente el flash rebotando en el techo, con el cabezal del zoom seteado a 24mm y sostenido por el amabilísimo "contacto", que seguía disparando fotos con su iphone. El trípode y mi querido paraguas tuvieron que quedarse en el estuche.