21 de abril de 2015

Arquitectura OVNI


Todos conocemos las múltiples teorías que dan vueltas por la web, viculando la obra arquitectónica de antiguas culturas con la visita de seres extraterrestres.
Escéptico por naturaleza, este verano me propuse viajar y comprobar sobre el terreno la existencia del legado alien en los andes peruanos; pasé los días recorriendo sitios arqueológicos y bares, y puedo decir que en ambos lugares se pueden hallar evidencias impresionantes. 
La prueba más cabal que encontré sobre la intervención alien es el clima: En medio del calor y la humedad del altiplano; a quién en su sano juicio podría ocurrírsele cargar una piedra de cientos de toneladas, arrastrarla durante kilómetros y después tallarle, a golpe de obsidiana, doce ángulos más o menos rectos (sí, doce) antes de utilizarla como ladrillo en la construcción de un templo? 
Evidentemente, solo a extraterrestres ociosos. Tal vez confundidos por efecto del jet-lag planetario.



Esta prueba viviente (??) del intercambio cultural es custodiada noche y día por Uriel; cusqueño, heredero del Tawantinsuyo, guardían del legado Inka, canciller terrícola y artista de variedades que, en esta imagen, utiliza sagradas hojas milenarias para comunicarse con sus arquitectos espirituales.




Y acá la piedra gigante tallada por mentes confusas; detrás de un rikshaw humano, medio de transporte local utilizado por los habitantes de la zona desde la época de la colonización alien.


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