17 de octubre de 2017

Roban pero hacen


Anestésico mantra que durante décadas nos mantuvo a salvo del estallido, el "roban pero hacen" parece haber sido dejado de lado por sus propios beneficiarios. Una vez desmoronado este frágil acuerdo social ya no parece haber tiempo para hacer; solo queda robar. La salomónica salida de hacer con la mano y robar con el codo ya no tiene sentido; el codo les queda chico. En la implacable carrera para robarse todo hay que usar las dos manos, y no puede hacerse nada más. El precario equilibro, destruido.

Intérpretes de la opinión pública aseguran que lo que "la gente" pedía era que se hiciera. Que hagan algo; ver que se hace; elegir seguir haciendo y todo así. El reclamo, finalmente, parecía válido:
-Por lo menos, que hagan! 
-Hagamos, entonces. O que parezca que hacemos. 

Pero ya ni siquiera esa farsa parece posible. Hoy no hay tiempo para la simulación. Solo queda robar y hay que usar las dos manos. Y los codos. 
Alguno quería hacer (lo había prometido, le parecía mejor, le daba vergüenza) pero no le quedaba tiempo ni energía. Robar parece ser un trabajo en sí mismo; no es solo alargar la mano para tomar lo ajeno; sacar de un bolsillo y poner en otro; quitarle a los ricos -y a los pobres- para quedárselo uno; meter la mano en la lata. También hay que repartir, negociar, esconder y mentir. Sobornar. Rajarse o lavar, según las circunstancias. Es demandante. Y cuando llega la hora de hacer -después del trabajo o los domingos-, ya no hay ganas. Ni tiempo. 

La única verdad, decían, es la realidad:









Todas las imágenes tomadas en la provincia de Buenos Aires, en el área de CABA y GBA, entre los años 2009 y 2017. Cámara en mano. Sin trípode, ni flash, ni esperanza.

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