6 de marzo de 2018

El hombre y la máquina

Con el team diseño volvimos a la planta de Honda Argentina en Campana con la idea de hacer imágenes para una publicación. 
El objetivo era generar "algunas fotos buenas" (piel de gallina cuando me presionan así!) de una nueva tecnología que los japoneses están aplicando a las líneas de montaje.
Nos prometían que -tras una larga jornada de zapatos de seguridad y guardapolvos antiflama-, conoceríamos un nuevo dispositivo, modernísima tecnología disruptiva aplicada a la industria automotriz. Parece ser que la gente de Honda tenía, oculta bajo un impronunciable nombre japonés, una máquina que se movía sola.
Ver para creer, hacia allá fuimos. Más cargados de trípodes que de ilusiones.

Llegar a la planta. Aprenderse el protocolo de seguridad. Conseguir protección ocular. Caminar algunos kilómetros entre chispas y ruido ensordecedor. Llegar hasta la máquina que se mueve sola (nombre japonés acá).
-Es está, sí. Pero no anda.
-...
-Hoy estamos haciendo unas pruebas así que la movemos a mano.


Dedicarse a la fotografía es, un poco, abrazar la desilusión. 
Curtido en los desafíos de esta estimulante profesión, no digo nada y seteo mis flashes para lanzarme a la tarea de que "parezca" que se mueve sola (la fotografía y el teatro son a veces lo mismo).

Esto tampoco fue magia, sino photoshop.



26 de febrero de 2018

"Wear good shoes"

Es el consejo de los fotógrafos de Magnum. De lo más útil que puedo compartir para los que navegamos las tormentosas aguas de la fotografía. 

Y acá hago un pequeño aporte homenajeando a estas linduras. Porque cuando te gusta meterte al barro, necesitás estar bien acompañado. Les debo todo, amigas!!!





17 de octubre de 2017

Roban pero hacen


Anestésico mantra que durante décadas nos mantuvo a salvo del estallido, el "roban pero hacen" parece haber sido dejado de lado por sus propios beneficiarios. Una vez desmoronado este frágil acuerdo social ya no parece haber tiempo para hacer; solo queda robar. La salomónica salida de hacer con la mano y robar con el codo ya no tiene sentido; el codo les queda chico. En la implacable carrera para robarse todo hay que usar las dos manos, y no puede hacerse nada más. El precario equilibro, destruido.

Intérpretes de la opinión pública aseguran que lo que "la gente" pedía era que se hiciera. Que hagan algo; ver que se hace; elegir seguir haciendo y todo así. El reclamo, finalmente, parecía válido:
-Por lo menos, que hagan! 
-Hagamos, entonces. O que parezca que hacemos. 

Pero ya ni siquiera esa farsa parece posible. Hoy no hay tiempo para la simulación. Solo queda robar y hay que usar las dos manos. Y los codos. 
Alguno quería hacer (lo había prometido, le parecía mejor, le daba vergüenza) pero no le quedaba tiempo ni energía. Robar parece ser un trabajo en sí mismo; no es solo alargar la mano para tomar lo ajeno; sacar de un bolsillo y poner en otro; quitarle a los ricos -y a los pobres- para quedárselo uno; meter la mano en la lata. También hay que repartir, negociar, esconder y mentir. Sobornar. Rajarse o lavar, según las circunstancias. Es demandante. Y cuando llega la hora de hacer -después del trabajo o los domingos-, ya no hay ganas. Ni tiempo. 

La única verdad, decían, es la realidad:









Todas las imágenes tomadas en la provincia de Buenos Aires, en el área de CABA y GBA, entre los años 2009 y 2017. Cámara en mano. Sin trípode, ni flash, ni esperanza.