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9 de octubre de 2019

A no perder la fé

Hace algunos años, cuando freelanceaba para un diario de importante tirada nacional, me tocó salir a cubrir una toma de rehenes en algún lugar del sur de GBA profundo, en fábrica, supermercado o recinto cuyo nombre no recuerdo ni supe en su momento. 

Pasé la tarde entera merodeando la zona bajo un sol de justicia, contando anécdotas y comparando equipo fotográfico con mis acalorados colegas,  esperando a que pasara algo (cualquier cosa) que finalmente no pasó.


Después de largas horas de negociación, volví de Burzaco con sed, una insolación y la única foto de un policía encapuchado que me miraba con odio -además de calor. Cuando viajaba (en tren y subte) a la redacción, para descargar las fotos, sentarme un rato, tomar agua, recibí una llamada el editor del diario:
-Parece que hubo un tiroteo en el centro. Porqué no vas a ver que hay? 

Eran mis primeras notas en el diario y no quería fallar, asi que fui. Ya era de noche cuando llegué al lugar; me encontré con más policías, un cuerpo tapado con una bolsa de nylon y varios casquillos de bala. 
Hice lo que pude con la poca luz que había, exprimiendo al máximo el flash y la sensibilidad de la cámara para tratar de hacer alguna imagen. 

Después de un rato conseguí dos o tres fotos más o menos buenas. O más o menos decentes. O que me parecieron decentes en ese momento...






Al día siguiente salí temprano y compré el diario con ilusión (era la época en que el diario se imprimía, y se compraba en los kioscos) pero descubrí que por alguna indescifrable decisión editorial, de todo lo que había hecho aquel día solo se publicó esto:
Después de aprendida la incierta, ingrata lección de aquella jornada de calor, me dió por pensar que una de las fotos que había hecho aquel día (la que ilustra este post) estaba bien. Asi que la imprimí y la usé durante mucho tiempo (y con moderado éxito) en mi portfolio de aquella época. 
Hoy la foto está en desuso y casi olvidada por mí, pero recuerdo aquel episodio como un alegre acto de resiliencia editorial. 

30 de junio de 2019

Otra más que atamos con alambre

Argento eufemismo para la agudeza y la miseria, atarlo con alambre pareciera ser también un skill fundamental para la fotografía de producto, o tabletop photography, para lectores del exterior.
Lo hicimos de nuevo con esta botella de Bombay Sapphire que me trajeron de Berlín (parece que allá en Alemania no abundan los lentes agudos y miserables).




Hasta ahí la foto. Y ahora que los he dejado boquiabiertos, les cuento que lo que parece un destello estroboscópico resaltando la etiqueta, es la luz reflejada en un plato de lata. Y la máquina de misterioso, evanescente humo azul.... es palosanto. 



Va también una foto del backstage, para que quienes piensan que la fotografía es todo talento heredado y pura magia creativa, vean que también hay mucho de ingenio y cinta de empapelar. 

















Las fotos con la Canon 5D mkIII y un Samsung Galaxy S7

21 de enero de 2019

Jubiladas

Acá hay dos que se escaparon a la reforma previsional: Compañeras de mil aventuras que se bancaron piedra; barro y lluvia; el asfalto caliente de la ruta; arena de vez en cuando y frío un montón de veces.  Y me cuidaron siempre.
Ahora descansan porque se lo ganaron. Capaz las vean algún domingo medio temprano yendo a comprar, o tiradas en el pasto un día que esté lindo. Pero de correr, nada. 
Gracias por el aguante y la compañía, bellezas!



Esta imagen es parte de una serie -autorreferencial y confusa- que tiene un capítulo acá, y otro acá, más algunas fotos que tengo hechas y me falta subir. La idea era buscar una alternativa al retrato para un proyecto nuevo en el que estoy laburando, y de paso aprender a iluminar (es re difícil. Si alguien sabe profa que me diga!)

20 de julio de 2018

Lo atamos con alambre

Recurso por antonomasia en la Argentina de la exigüidad, atarlo con alambre -o pegarlo con cinta- es también la mejor estrategia para afrontar las dificultades técnicas de la fotografía on-location.
Y es exactamente lo que hicimos para esta toma improvisada de @paripurna_yoga; una luz, un pantalla 5 en 1 para rebotarla y una silla para sostenerla; demostrando así que para hacer una foto de esas que ganas premios, se necesita poco más que una modelo hermosa y una toalla limpia para colgar de fondo.




Comparto también la foto terminada. Porque una cosa es el humor y otra la reputación artística del autor. 





Las fotos con la Canon 5D mkIII y un Samsung Galaxy S7

24 de abril de 2018

El desafío de las cien asas

Mi analógica compañera y yo salimos de excursión al Barrio Chino para jugar un poco con las cámaras de fotos; su Pentax K1000 y mi fiel G16 de Canon, en un safari urbano que prometía. 



Entre las demoras y las vacilaciones de rigor, terminamos desenfundando cuando la hora mágica era apenas un tibio recuerdo, y lo que se suponía que sería un paseo por el parque (lumínicamente hablando) se convirtió en una desesperada carrera contra la oscuridad.


Cargada su Pentax con película KODAK Pro-Image de 100 ASAS, decidimos que para emparejar el desafío ambos nos ajustaríamos a tan mezquina sensibilidad.



Las tomas que quedaron son éstas. Tuvimos que exprimir al máximo algunas ideas para encontrar fotos en el levantino crepúsculo; un desafío exigente para el sensor, el ojo creativo y el buen pulso. 

También una aventura edificante volver a las limitaciones del 35 milímetros, en días en que  la tecnología no hizo creer que para conseguir buenas fotos alcanza con tener suerte y una equipo de los caros. 

26 de febrero de 2018

"Wear good shoes"

Es el consejo de los fotógrafos de Magnum. De lo más útil que puedo compartir para los que navegamos las tormentosas aguas de la fotografía. 

Y acá hago un pequeño aporte homenajeando a estas linduras. Porque cuando te gusta meterte al barro, necesitás estar bien acompañado. Les debo todo, amigas!!!





11 de junio de 2017

Un Rembrandt


Estudio del color y del rebote, en la previa para la jornada de fotos que tenemos en la FADU el jueves 15, hicimos este experimento con la luz; búsqueda de belleza y alegórico homenaje al maestro del claroscuro. 
Salta a la vista que el desafío era generar el característico "triángulo de luz" en un objeto que no tiene nariz. Bueno, salió más o menos así:



Acá iría un texto con la info técnica de la foto, el esquema de iluminación y demás; pero movimos tanto los flashes mientras tratábamos de embocar algo, que la verdad no me acuerdo nada, y de lo único que estoy seguro es que iluminar bien, es re difícil.
En cambio puedo compartir una foto de bakstage que hizo Mar77iogurú del diseño, la encuadernación y del malabar, mientras jugábamos con una mesa para productos que viajó desde Guangzhou.




Como para meter algún dato duro, puedo decir que la foto de la vaca vendría a ser un HighKey, y esta del Moai un LowKey. Dos técnicas que siempre garpan mucho, y que si quieren aprender pueden googlear que hay un montón de tutoriales. 

Advierto que para la botella elegimos un agudísimo par de  1/200 y f9, así que preparen los flashes porque van a disparar al máximo!


26 de enero de 2017

La foto carnet

Con un querido colega, mitad diseñador y mitad ciclista, encaramos hace poco un pequeño proyecto lúdico-didáctico que tenía que ver con iluminar la expresión facial. Contamos para ello con la insustituible colaboración del Colo Juarez; actor, padre y referente de la cultura Sanmartinense, que con la mejor de las ondas reunió una troupe de lujo para este proyecto.

Después del polvoriento montaje del set, el seamless y la cámara, tuvimos una pequeña reunión con el equipo, en la que tratamos de sintetizar el tipo de foto que queríamos hacer. Pretendíamos -yo pretendía- impresionarlos con tecnicismos sobre las propiedades de la luz, la velocidad de obturación y las inagotables posibilidades de la expresión humana. Los modelos, ya entrenado en recibir dirección artística (en realidad son actores) entendieron el concepto enseguida. Con un pragmatismo que las aspiraciones artísticas no nos permiten a los fotógrafos, el Colo dijo:
-Ah, una foto carnet!
-Bueno... Sí. Tipo foto carnet...

Estas son las fotos que quedaron, después de un pequeño ajuste de curvas para limpiar el fondo (la tela emparchada con cinta adhesiva le quitaba ritmo a la composición):







Acá el equipo. Gracias por la colaboración, por madrugar un sábado y por la paciencia para las contorsiones que les pedimos en cámara!!

11 de mayo de 2014

Otra de museos

Los más fieles seguidores de este blog recordarán las desopilantes aventuras relatadas en este capítulo. Esta vez les traigo la crónica de otro recorrido fotográfico/cultural que podría titularse Breve excursión al museo de La Plata.
  Este museo funciona en un edificio centenario de características neoclásicas, en el barrio platense conocido como “del bosque” y tiene, como la mayoría de los museos, gigantescas salas con distintas colecciones de objetos que los visitantes pueden recorrer a sus anchas, más o menos sorprendidos y más o menos boquiabiertos. Además de esto hay en el museo una cafetería, una galería con columnas alrededor de un busto del perito Francisco Pascacio Moreno y una tienda de recuerdos.

11 de marzo de 2013

Una foto para levantarme el ánimo



Enrique Piñeyro es director de cine. Además de actor, escritor, guionista, médico y piloto aeronáutico.
Es un personaje interesante y amable, que contesta todas las preguntas en  voz muy baja y con un humor sutilísimo. 

Como la entrevista que teníamos pactada sufrió varios cambios de fecha, tuve tiempo de revisar algunos libros de fotos para robar ideas buscar inspiración, y llegué a la nota con algunas ideas bastante buenas de cómo plasmar en imágenes a "un tipo como Piñeyro", en palabras de mi editor. 
Ninguna sirvió.  El lugar donde hicimos las fotos presentaba muchas opciones fotografiables, la charla fue divertida, Enrique colaboró muchísimo y el café estaba cremoso y dulce. Sin embargo, de alguna manera me las ingenié para volver sin una foto que valiera la pena.   
Estaba tan disconforme que a punto estuve de decir a quien me las había encargado que no merecía cobrar por ese trabajo (obviamente no lo hice. No lo hagan nunca, a menos que estén sumando puntos para reencarnar en vaca).
Confieso que demoré dos o tres días en bajar el material a la pc porque tenía miedo. Miedo a descartar todo lo que no servía y que entonces no quedaran fotos.

Después de una rigurosa edición y algo de retoque, encontré una imagen que quedó más o menos bien (y que me gusta). La pongo acá, para adelantar una posición en la  Rueda de Samsara.

25 de enero de 2013

Un granito de arena

Como no  me gustan las aglomeraciones, ni los sobreprecios ni la mugre, soy muy poco amante de veranear en la costa atlántica. Pero también creo que al menos una vez al año, aunque sea un ratito, hay que meterse al mar.
Este verano pude combinar tres días de frenética fotografía en pinamar, cariló/pinamar, pinamar/cariló/pinamar/pinamar/cariló (más o menos en ese orden y a esa velocidad) con dos tardes de bandera rojinegra en el líquido elemento. 
Fotográficamente hablando, cubrimos un poco la "temporada automotriz" (parece que existe algo así denominado) en las dos localidades que mencioné.
Autos nuevos y recién lustrados dentro de un bosque de pinos; de día un sol apocalíptico y de noche lámpara dicroicas (apocalípticas dicroicas). Creo que no hace falta decir más.
Lo que se ve en las fotos puede resumirse básicamente en "figuras" con dos valores distintos de exposición: quemado y negro.

En medio de tan desmoralizante trabajo tuve la oportunidad de hacer algunas fotos con una modelo superentrenada y predispuesta; una maquilladora habilísima y rápida, una productora experta y un equipo que colaboró en las más complicadas situaciones: poco tiempo, poca luz, un malentendido horario, cambios editoriales de última hora (todo parece fácil desde una silla en la redacción) y arena tratando de colarse dentro de mis equipos.


Los 15 minutos que aprovechamos de la "hora mágica"

Hicimos algunas fotos buenas en el tiempo que nos fue dado (oh, ingrato destino). Éso, y el rato que pasé batallando con las olas, hizo que valga la pena el frenético viaje.
Una especial felicitación el piloto que logró posicionar el vehículo en el punto indicado, en el ángulo exacto y al momento preciso para captar la luz de la "hora mágica". El resto fue solo apretar el disparador.

21 de diciembre de 2012

El ministro, el pintor y la dama

Esta foto es un poco vieja pero viene a cuento de una conversación que teníamos ayer. Veía fotos de una colega que trabaja en moda (en estudio, con maquilladoras, trípodes y aire acondicionado) y pensaba en lo frustrante que es a veces trabajar en la calle y no poder lograr la calidad y prolijidad que nos gustaría, con esas iluminaciones tan cuidadas y esas chicas tan elegantes que salen en las revistas y que tanto les gustan a las mamás.

En la calle quiere decir en cualquier lugar donde es un desafío hacer una foto decente, ya no digamos una foto buena, porque no hay luz/no hay tiempo/no hay lugar/solamente dos temas/es un área restringida y todo así.

Esta foto del plenipotenciario, entonces ministro y comodín kirchnerista, rural-looking imán de votantes Julián Dominguez, la hicimos en Pergamino, en un evento organizado por el INTA para intercambiar tecnología agrícola con países del África subsahariana (Ghana, Angola, Congo, Mozambique, Namibia, Tanzania y algún vecino más)



En un predio gigantesco en medio del campo se mezclaban periodistas, productores, rotocultivadoras, embajadores africanos vestidos de blanco (el terror de los fotógrafos), policías, parlantes, un helicóptero, la mesa de los canapés y toda la espeluznante maquinaria para trabajar la tierra. 

Nada más bajar de la combi y poner un pie en medio del caos, mi compañero me gana de mano: Vos hacelo al ministro.
-Y la nota?
-No, no sé. Capaz la hago por teléfono. O hablo con el de prensa. O leo la gacetilla. Vos hacé la foto.
Osea, vos-hacé-la-foto-como-puedas.

La estrategia fue unirme al séquito del ministro y agazaparme como una fiera a la espera de una oportunidad (??!?). Pasé la siguiente hora caminando entre las máquinas bajo un sol de justicia, con la mochila colgada, la cámara al hombro, el 70-200 atado a la cintura y en la mano el trípode con una caja de luz (tranquilos, la extra small!).
Si a alguien le divertía ver al fotógrafo recorriendo los campos de soja con una lámpara japonesa en la mano, se guardó muy bien de hacer algún comentario.

Con paciencia (y calor) fui atravesando los infernales círculos del entorno ministerial hasta llegar a Dominguez. Lo separé de los demás (mostrando uñas y dientes) y alguien le alcanzó un mate.
Una foto decente, nomás, que esta muy bien para ser hecha en la calle.


6 de agosto de 2012

La magia del cine

En realidad, de la fotografía editoral. Pero las hice tan apurado que me acerqué bastante a los 24 cuadros por segundo del séptimo arte.
  • The challenge: Fotografiar una entrevista, en forma de "mesa redonda", que se había realizado días atrás, a más de 1000 kilómetros de distancia, en la ciudad de Formosa.
  • The plan: Ubicar a los tres entrevistados en una oficina del microcentro, y pedirles que "representen" la charla que habían tenido (si hubieran sido actores, todo habría resultado demasiado facil).
  • The plus: Hacer una foto de apertura para la nota. Donde los tres personajes aparecieran mirando a cámara, preferentemente felices, y esta vez sin estar simulando nada.


La primera sorpresa fue cuando llegué, a la hora pautada, al lugar pautado. Nada más recibirme, mi "contacto" en el lugar (el agente de prensa de IPCVA) me informa:
 -Están en una reunión. No los puedo sacar.
Decidimos que voy a volver a las cuatro (hora y media más tarde) para tener tiempo de buscar un lugar propicio, armar y probar las luces, y liberar a los tres actores a las cinco.
-Mirá que a las 5 se van, eh. Me advierte la apocalíptica voz de la conciencia.

Decido caminar unas cuadras hasta el café que me gusta y me quedo mirando el reloj hasta la hora convenida.
Como el guardia de seguridad de la entrada casi no me hizo perder tiempo y el ascensor llegó enseguida, estuve de vuelta en el lugar antes de las 4.
Grande fue mi sorpresa cuando me apeé en el piso 22 y lo vi a "contacto" haciendo la foto con su teléfono celular. Me mira con pánico.
-Se tienen que tomar un avión. Pensé que no llegabas.
En este punto, sólo la desesperación que sentí impidió que me desmayara.
Me presento a los entrevistados, formateo la tarjeta, me saco la campera y trato de memorizar su nombres. Todo junto y al mismo tiempo que busco de reojo un lugar donde fotografiarlos, mientras trato de adivinar cuántos tercios de potencia tengo que bajar el flash para que coincida con las dicroicas asesinas del rincón.

Lo que siguió fue un torbellino de indicaciones y fotos, donde no me alcanzaba el aire para decirle a los tres al mismo tiempo dónde se tenían que parar y hacia dónde tenían que mirar.
Los improvisados actores colaboraron entusiasmados (había que tomar ese avión) y fueron enormemente creativos al momento de imaginar que los estaban entrevistando.
Gracias a eso pudimos lograr tres imágenes (bastante anodinas pero "correctas") que sirvieron para ilustrar la nota, en apenas diez minutos exactos!!
En el medio hasta tuve tiempo de sacarme los zapatos para subirme a un sillón de cuero que parecía nuevo, y hacer que los actores probaran dos o tres cambios de vestuario (no, esto no).

Recién cuando mis modelos se abalanzaron escaleras abajo en busca de un taxi al aeropuerto, me dí cuenta de lo silenciosa que estaba la habitación. El "contacto" y yo nos miramos como si acabáramos de bajar ilesos del pulpo del ItalPark.

Foto 1: Prueba de luz. Notarán aquí la total ausencia de fotómetro, cartón gris al 18% o cualquier otra herramienta  que destile profesionalismo. 




Foto 2: La última, diez minutos después. En el medio solamente el flash rebotando en el techo, con el cabezal del zoom seteado a 24mm y sostenido por el amabilísimo "contacto", que seguía disparando fotos con su iphone. El trípode y mi querido paraguas tuvieron que quedarse en el estuche.


29 de abril de 2012

Una foto que no salía bien. O "cómo hacer una foto con dos flashes, utilizando un sólo flash".

Isela Costantini es la nueva CEO argento-brasilera de la General Motors en el país. En este país. Era una nota de tapa segura, y fuimos (fui) con una idea concreta de la foto que tenía que hacer.  Un retrato que pudiera recortarse, preferentemente con un fondo blanco o bien iluminado, con un poco de angular (solo un poco) y la modelo en alguna postura que denotara la actitud fuerte y enérgica que se supone debe tener una mujer joven que llegò a ocupar unalto cargo en una empresa lider dentro de un sector particularmente competitivo. Después de cumplir con todo esto tendría la libertad de hacer algunas fotos más (para la apertura de la nota y algún recuadro) “como yo quisiera”.
En el mail de la gente de prensa de General Motors advertían “Van a tener una hora para toda la nota”, así que tuve la precaución de llegar con tiempo suficiente. Suficiente para tomar un café en la esquina y después esperar en un sillón mientras se hacía tarde. Cuando me recibieron tuve cinco minutos para dar una rápida mirada a la sala de reuniones y armar el equipo. Valga la redundancia cuando digo que la sala de reuniones era una sala horrible sin atractivo ninguno, y que sería el principal obstáculo a vencer para conseguir una foto ya no digamos impactante, sino por lo menos decente.
Después de otro pequeño cambio de planes (no de “nuestros” planes) nos avisaron que solo tendríamos 50 minutos para la nota (la nota y las fotos). En el tiempo que me correspondía me las arreglé para hacer algunos retratos con y sin los horrendos banners plásticos que me habían facilitado, y después le pedí a Isela que se ubicara delante de una pared blanca para hacer fotos que fueran más fáciles de recortar. Me subí a la mesa lo más rápido que pude para evitar que me detuvieran, y disparé las fotos que tenía pensadas, con el fondo blanco, el gran angular, un ángulo ligeramente picado, y la luz del flash bien cerca del sujeto para darle algo de carácter a la iluminación.
Después tuve la osadía de proponer que siguiéramos haciendo fotos en la entrada del edificio. Creo que aceptaron solamente porque ahí estaba la oportunidad de incluir en las fotos algún vehículo de la marca.
Me apuré para hacer fotos con distintos lentes, horizontales y verticales, incluyendo o no el auto que habían traído. Cuando terminamos, Isela, que había colaborado muchísimo para las fotos, me dijo con una sonrisa encantadora: “espero que no tengamos que volver a hacer fotos hasta dentro de tres años, por lo menos”.
Ni ella ni yo imaginamos que estaríamos repitiendo las tomas sólo dos días después. Esta vez sí, con  mucho menos tiempo y entusiasmo. 


La idea que más gustaba era esta, pero no convencía la diferencia de iluminación entre el lado derecho y el izquierdo del sujeto, cosa que yo había planeado estratégicamente, colocando mi paraguas (a esta altura, la estrella indiscutida del blog) a pocos centímetros del rostro de Isela (un palmo, para los lectores angloparlantes). Me parecía que esa diferencia de luz aportaba algún atractivo al retrato anodino que estaba haciendo. 

El problema parecía ser que, una vez recortada la silueta y pegada sobre un fondo liso, esa diferencia de iluminación resultaba antinatural
Se me ocurrió que podía resultar antinatural y a la vez atractiva. O  bien, que se podía eliminar ese efecto degradando el color del fondo en la misma proporción del sujeto.
Pero insistir en esto podía interpretarse como un rechazo a la idea de salir corriendo con mi gigantesca mochila y el bolso del trípode, para atravesar el microcentro a la hora pico en busca de una nueva imagen, así que acepté el desafío y partí. 
Los ánimos de dos días atrás se habían esfumado, y ni la gente de prensa de GM, ni su flamante CEO, ni la recepcionista ni yo estábamos tan entusiasmados con la idea de las fotos. Me advirtieron que esta vez sí tendríamos apenas unos minutos para resolver.

Pedí a mi sujeto que se ubicara de costado ante una pared blanca, tan cerca como las normas de la buena educación me lo permitían. Del otro lado puse mi paraguas, esta vez arriba de la mesa y bastante más alejado. Se supone que de esta manera, la cantidad de luz que llega al sujeto, y la que llega un poco más allá y rebota en la pared blanca, no son taaaaan diferentes, y se obtiene una iluminación mucho más pareja que puede parecer (a cualquiera que no se tome un minuto entero para analizar la foto), la que producirían dos fuentes de luz. 
-Para una mejor comprensión de esta idea, por favor lean cualquier otro blog de gente que realmente sabe lo que hace y puede explicarlo mucho más claramente-.
 Hice apenas tres fotos rogando que salieran bien, atento al mismo tiempo a los reflejos, a las sombras, a los mechones de pelo que pudieran desordenarse, a las arrugas de la ropa que podían aparecer, al pestañeo inoportuno y así.

De vuelta en la redacción todo quedó en manos del "Gato" Arima, excelso gurú del diseño y la composición. Con su talento, mi material y la opinión de todos los que al caso andaban por ahí, se propusieron tres o cuatro modelos de tapas bastante satisfactorias (que son las que ilustran esta entrada y cuyo crédito compartimos). 
Finalmente, la versión elegida, y que fue a la tapa de la revista que todos ustedes compraron (si no es así, vayan a comprarla ahora!), esta hecha con una de las fotos de la primera sesión, iluminada apenas con la luz de un día nublado:


23 de noviembre de 2011

Entomología forense

Es la ciencia que estudia la fauna cadavérica. No lo explico más porque así ya suena bastante asqueroso. Entrevistamos a la experta en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (el  que está en Parque Centenario), en el segundo piso, ala dos, pasillo cuatro, oficina cuatrocientos algo... Conozco poco sobre museos, pero sospecho que a ninguno le faltan esos pasillos con aire de catacumba romana atiborrados de estanterías e iluminados como cuartos de revelado. Me tomó casi veinte minutos despejar una esquina de la mesa y 50 cm cuadrados de piso donde apoyar el trípode.
Se me ocurrió empezar con algunos "detalles" que podían ocupar recuadros en la nota (siempre me esmero cuando de entomología forense se trata) así que empecé con un muestrario de dípteros, que no es más que una bandeja llena de moscas. Mientras trataba de enfocar al mismo tiempo el escarabajo del durazno y la cucaracha que estaba al lado, la doc. explicaba que lo más común en Bs As es encontrarse con gente que lleva días muerta en su departamento.... el desiderátum del entomólogo! 

Cuando terminé de jugar con eso me ofrecieron dos o tres frascos de "muestras". Estaba por aceptar cuando me di cuenta de que eran muestras de cadáveres. 
-Mejor pasemos a los retratos!!



El lugar era bastante oscuro (es un museo, claro) y desordenado. Me pareció que el flash pelado, sin paraguas ni nada, le daba el toquecito de luz nada más que a la doctora. Quedaron dos fotos; una entre las estanterías de la catacumba. La otra jugando con el microscopio.