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21 de septiembre de 2018

El final del camino


Estas fotos son del año 2009. Los pibes que-cantan-con-la-cara-pintada la rompían en el estadio de River y yo daba mis primeros, torpes pasos en el mundo de la fotografía de prensa. 
Con un par de compañeros del rubro nos batíamos a codazos, apretujados en una fosa hotter than hell delante del escenario, tratando de meter alguna foto decente.
La estrategía? Sensibilidad al máximo y el 70-200 apoyado en el hombro del que estaba adelante. Después ráfaga a lo que dé y Rock and Roll all nite (en realidad solo tres temas.... pero tres temas históricos para mí!). Una noche nostálgica que recuerdo con una sonrisa y que comparto hoy, que la banda de Paul Stanley anuncia un retiro definitivo.  




20 de julio de 2018

Lo atamos con alambre

Recurso por antonomasia en la Argentina de la exigüidad, atarlo con alambre -o pegarlo con cinta- es también la mejor estrategia para afrontar las dificultades técnicas de la fotografía on-location.
Y es exactamente lo que hicimos para esta toma improvisada de @paripurna_yoga; una luz, un pantalla 5 en 1 para rebotarla y una silla para sostenerla; demostrando así que para hacer una foto de esas que ganas premios, se necesita poco más que una modelo hermosa y una toalla limpia para colgar de fondo.




Comparto también la foto terminada. Porque una cosa es el humor y otra la reputación artística del autor. 





Las fotos con la Canon 5D mkIII y un Samsung Galaxy S7

11 de julio de 2017

La proporción Áurea

Martes al mediodía en el ISEHG. Clase de primer año en la carrera de "Profesional Gastronómico" a cargo de Pancho Fernandez. Una veintena de alumnos se afana durante dos horas para esculpir una Papa williams y darle al Bife de chorizo en Croûte un aire afrancesado.
Cuando el puré de ajo está en su punto, los platos salen del horno y van a la mesa de operaciones. Ante las aterrorizadas miradas de los aspirantes, el marcial Pancho les pasa revista uno por uno. Enseguida, un valiente de cada grupo es el encargado de "explicar" el plato y la forma en que lo hicieron. Hay nervios. También pasión, alegría, risas.
Me alejo unos pasos para que encuadrar la escena con el 85 mm. y le hago un gesto al profe para que se mueva un paso al costado. Después solo tengo que apretar el obturador. 
Salió esta foto:



Se confirma entonces el postulado de que para conseguir una buena imagen, lo más importante es tener suerte.
Por supuesto que ayuda aprenderse las leyes de la Gestalt y llevar las baterías cargadas, pero una vez cumplidas estas formalidades, lo que más garpa es tener los dedos cruzados.

26 de enero de 2017

La foto carnet

Con un querido colega, mitad diseñador y mitad ciclista, encaramos hace poco un pequeño proyecto lúdico-didáctico que tenía que ver con iluminar la expresión facial. Contamos para ello con la insustituible colaboración del Colo Juarez; actor, padre y referente de la cultura Sanmartinense, que con la mejor de las ondas reunió una troupe de lujo para este proyecto.

Después del polvoriento montaje del set, el seamless y la cámara, tuvimos una pequeña reunión con el equipo, en la que tratamos de sintetizar el tipo de foto que queríamos hacer. Pretendíamos -yo pretendía- impresionarlos con tecnicismos sobre las propiedades de la luz, la velocidad de obturación y las inagotables posibilidades de la expresión humana. Los modelos, ya entrenado en recibir dirección artística (en realidad son actores) entendieron el concepto enseguida. Con un pragmatismo que las aspiraciones artísticas no nos permiten a los fotógrafos, el Colo dijo:
-Ah, una foto carnet!
-Bueno... Sí. Tipo foto carnet...

Estas son las fotos que quedaron, después de un pequeño ajuste de curvas para limpiar el fondo (la tela emparchada con cinta adhesiva le quitaba ritmo a la composición):







Acá el equipo. Gracias por la colaboración, por madrugar un sábado y por la paciencia para las contorsiones que les pedimos en cámara!!

15 de diciembre de 2015

Caras conocidas. (Una sortija para Lino)

Cuatro años atrás el gobierno de turno inauguraba Tecnópolis. Feria temática, museo a cielo abierto, templo a la ciencia y la tecnología, aventura del conocimiento, parque de diversiones, espacio para la memoriaverdadyjusticia, paseo de los enamorados, colonia de vacaciones, órgano de propaganda y así (había que amortizarlo).
En medio del fervor debutante, y mientras la prensa esperaba la llegada de la presidenta (la esperamos durante dos días), el ministro de Ciencia, Tecnología e innovación productiva, José Lino Salvador Barañao, entretuvo a la audiencia con un sketch chachachista, manteniendo una entrevista en vivo con el androide de Philip Dick.



Captar esta fotografía fue muy simple desde el aspecto técnico (apretar el botón negro y ya), pero representó una enorme complejidad táctica, y mientras luchaba para conseguirla me alegré de las horas que pasé estudiando a fondo los volúmenes de memorias de Frank Hurley.
Mientras el ministro se desplazaba por la muestra (Feria temática, museo a cielo abierto, templo a la ciencia y la tecnología, y blá) con movimientos aleatorios, el desafío consistía en navegar entre la gente en medio del calor, batallando (literalmente) con la horda de periodistas que lo escoltaba, caminando de espaldas tratando de no tropezar con nada muy caro, y todo sin perder de vista el encuadre, respetando la regla de los tercios y la secuencia de Fibonacci en el visor.


Acá, el mar de gente.
















Cuando ya estaba a punto de perder la fé en la fotografía como medio para contar la realidad, la resaca humana me depositó, sin esperarlo siquiera, delante de la pecera en la que el desopilante ministro, micrófono en mano, se entrevistaba con el T1000 de los muchachos de Hanson Robotics. El resto fue talento, ojo fotográfico y poner la cámara en ráfaga... 



Esta efemérides viene a cuento ahora, cuando el incombustible ministro fue convocado por el nuevo gobierno para permanecer en su cargo. En un país de lealtades, revanchismo y plumeros, trascender una gestión a fuerza de mérito es un highlight en cualquier currículum.

21 de abril de 2015

Arquitectura OVNI


Todos conocemos las múltiples teorías que dan vueltas por la web, viculando la obra arquitectónica de antiguas culturas con la visita de seres extraterrestres.
Escéptico por naturaleza, este verano me propuse viajar y comprobar sobre el terreno la existencia del legado alien en los andes peruanos; pasé los días recorriendo sitios arqueológicos y bares, y puedo decir que en ambos lugares se pueden hallar evidencias impresionantes. 
La prueba más cabal que encontré sobre la intervención alien es el clima: En medio del calor y la humedad del altiplano; a quién en su sano juicio podría ocurrírsele cargar una piedra de cientos de toneladas, arrastrarla durante kilómetros y después tallarle, a golpe de obsidiana, doce ángulos más o menos rectos (sí, doce) antes de utilizarla como ladrillo en la construcción de un templo? 
Evidentemente, solo a extraterrestres ociosos. Tal vez confundidos por efecto del jet-lag planetario.



Esta prueba viviente (??) del intercambio cultural es custodiada noche y día por Uriel; cusqueño, heredero del Tawantinsuyo, guardían del legado Inka, canciller terrícola y artista de variedades que, en esta imagen, utiliza sagradas hojas milenarias para comunicarse con sus arquitectos espirituales.




Y acá la piedra gigante tallada por mentes confusas; detrás de un rikshaw humano, medio de transporte local utilizado por los habitantes de la zona desde la época de la colonización alien.


10 de agosto de 2014

Out of time

¿Todo tiempo pasado fue mejor?
No podemos saberlo, pero hace cincuenta años un negro que estaba ciego cantaba you are my sunshine. Hoy, Agapornis.
En fin, para los nostálgicos de la palanca al volante, los zapatos con plataforma y el napalm, comparto una foto que encontré ordenando el cajón: 




La historia de esta imagen es bastante singular, y en este mismo momento me propongo aburrirlos con sus detalles:
Un amigo músico y yo habíamos quedamos para reunirnos en el bar de moda; las apretadas agendas que ambos llevábamos nos impedían vernos todo lo que quisiéramos, pero el "Concurso Anual de Burbujas de Jabón de la  Lechería de Moe" era a todas luces un evento que prometía. 
Yo estrenaba mi nueva cámara fotográfica; un dispositivo automático que imprimía las fotos en forma instantánea. Deslumbrado por la magia voodoo tecnología de punta que la hacía funcionar, la caja oscura me acompañaba en todas mis aventuras.

Mi buen amigo el Rey
Previsiblemente, pedimos una ronda de malteadas; y grande sorpresa tuvimos cuando la rubia camarera se dejó caer encima de la mesa vestida de satén.
Si bien ya ranqueaba en los primeros lugares del pay per view por sus ardientes aventuras con diez o doce figuras del cine y la política, aún no era la Marilyn inmortal que todos conocemos, recordada orgullosamente como la estrella que dormía desnuda. Mientras aguardaba la llegada de la fama y las persecuciones de la CIA, hacía algunos pinitos sirviendo hamburguesas en la barra de Moe´s.

Reconocerán ustedes que era un encuentro apasionante, y pensé que también sería una buena oportunidad para lucirme, fotográficamente hablando, así que propuse que diéramos unas vueltas en el cadillac del rey.
La blonda, de natural distraída y olvidadiza (sus detractores la tildaban de infradotada), confundió a Elvis con su medio hermano negro. Lo miró de costado y ronroneó: "hit the road, Jack!".


11 de mayo de 2014

Otra de museos

Los más fieles seguidores de este blog recordarán las desopilantes aventuras relatadas en este capítulo. Esta vez les traigo la crónica de otro recorrido fotográfico/cultural que podría titularse Breve excursión al museo de La Plata.
  Este museo funciona en un edificio centenario de características neoclásicas, en el barrio platense conocido como “del bosque” y tiene, como la mayoría de los museos, gigantescas salas con distintas colecciones de objetos que los visitantes pueden recorrer a sus anchas, más o menos sorprendidos y más o menos boquiabiertos. Además de esto hay en el museo una cafetería, una galería con columnas alrededor de un busto del perito Francisco Pascacio Moreno y una tienda de recuerdos.

11 de marzo de 2013

Una foto para levantarme el ánimo



Enrique Piñeyro es director de cine. Además de actor, escritor, guionista, médico y piloto aeronáutico.
Es un personaje interesante y amable, que contesta todas las preguntas en  voz muy baja y con un humor sutilísimo. 

Como la entrevista que teníamos pactada sufrió varios cambios de fecha, tuve tiempo de revisar algunos libros de fotos para robar ideas buscar inspiración, y llegué a la nota con algunas ideas bastante buenas de cómo plasmar en imágenes a "un tipo como Piñeyro", en palabras de mi editor. 
Ninguna sirvió.  El lugar donde hicimos las fotos presentaba muchas opciones fotografiables, la charla fue divertida, Enrique colaboró muchísimo y el café estaba cremoso y dulce. Sin embargo, de alguna manera me las ingenié para volver sin una foto que valiera la pena.   
Estaba tan disconforme que a punto estuve de decir a quien me las había encargado que no merecía cobrar por ese trabajo (obviamente no lo hice. No lo hagan nunca, a menos que estén sumando puntos para reencarnar en vaca).
Confieso que demoré dos o tres días en bajar el material a la pc porque tenía miedo. Miedo a descartar todo lo que no servía y que entonces no quedaran fotos.

Después de una rigurosa edición y algo de retoque, encontré una imagen que quedó más o menos bien (y que me gusta). La pongo acá, para adelantar una posición en la  Rueda de Samsara.

25 de enero de 2013

Un granito de arena

Como no  me gustan las aglomeraciones, ni los sobreprecios ni la mugre, soy muy poco amante de veranear en la costa atlántica. Pero también creo que al menos una vez al año, aunque sea un ratito, hay que meterse al mar.
Este verano pude combinar tres días de frenética fotografía en pinamar, cariló/pinamar, pinamar/cariló/pinamar/pinamar/cariló (más o menos en ese orden y a esa velocidad) con dos tardes de bandera rojinegra en el líquido elemento. 
Fotográficamente hablando, cubrimos un poco la "temporada automotriz" (parece que existe algo así denominado) en las dos localidades que mencioné.
Autos nuevos y recién lustrados dentro de un bosque de pinos; de día un sol apocalíptico y de noche lámpara dicroicas (apocalípticas dicroicas). Creo que no hace falta decir más.
Lo que se ve en las fotos puede resumirse básicamente en "figuras" con dos valores distintos de exposición: quemado y negro.

En medio de tan desmoralizante trabajo tuve la oportunidad de hacer algunas fotos con una modelo superentrenada y predispuesta; una maquilladora habilísima y rápida, una productora experta y un equipo que colaboró en las más complicadas situaciones: poco tiempo, poca luz, un malentendido horario, cambios editoriales de última hora (todo parece fácil desde una silla en la redacción) y arena tratando de colarse dentro de mis equipos.


Los 15 minutos que aprovechamos de la "hora mágica"

Hicimos algunas fotos buenas en el tiempo que nos fue dado (oh, ingrato destino). Éso, y el rato que pasé batallando con las olas, hizo que valga la pena el frenético viaje.
Una especial felicitación el piloto que logró posicionar el vehículo en el punto indicado, en el ángulo exacto y al momento preciso para captar la luz de la "hora mágica". El resto fue solo apretar el disparador.

21 de diciembre de 2012

El ministro, el pintor y la dama

Esta foto es un poco vieja pero viene a cuento de una conversación que teníamos ayer. Veía fotos de una colega que trabaja en moda (en estudio, con maquilladoras, trípodes y aire acondicionado) y pensaba en lo frustrante que es a veces trabajar en la calle y no poder lograr la calidad y prolijidad que nos gustaría, con esas iluminaciones tan cuidadas y esas chicas tan elegantes que salen en las revistas y que tanto les gustan a las mamás.

En la calle quiere decir en cualquier lugar donde es un desafío hacer una foto decente, ya no digamos una foto buena, porque no hay luz/no hay tiempo/no hay lugar/solamente dos temas/es un área restringida y todo así.

Esta foto del plenipotenciario, entonces ministro y comodín kirchnerista, rural-looking imán de votantes Julián Dominguez, la hicimos en Pergamino, en un evento organizado por el INTA para intercambiar tecnología agrícola con países del África subsahariana (Ghana, Angola, Congo, Mozambique, Namibia, Tanzania y algún vecino más)



En un predio gigantesco en medio del campo se mezclaban periodistas, productores, rotocultivadoras, embajadores africanos vestidos de blanco (el terror de los fotógrafos), policías, parlantes, un helicóptero, la mesa de los canapés y toda la espeluznante maquinaria para trabajar la tierra. 

Nada más bajar de la combi y poner un pie en medio del caos, mi compañero me gana de mano: Vos hacelo al ministro.
-Y la nota?
-No, no sé. Capaz la hago por teléfono. O hablo con el de prensa. O leo la gacetilla. Vos hacé la foto.
Osea, vos-hacé-la-foto-como-puedas.

La estrategia fue unirme al séquito del ministro y agazaparme como una fiera a la espera de una oportunidad (??!?). Pasé la siguiente hora caminando entre las máquinas bajo un sol de justicia, con la mochila colgada, la cámara al hombro, el 70-200 atado a la cintura y en la mano el trípode con una caja de luz (tranquilos, la extra small!).
Si a alguien le divertía ver al fotógrafo recorriendo los campos de soja con una lámpara japonesa en la mano, se guardó muy bien de hacer algún comentario.

Con paciencia (y calor) fui atravesando los infernales círculos del entorno ministerial hasta llegar a Dominguez. Lo separé de los demás (mostrando uñas y dientes) y alguien le alcanzó un mate.
Una foto decente, nomás, que esta muy bien para ser hecha en la calle.


6 de agosto de 2012

La magia del cine

En realidad, de la fotografía editoral. Pero las hice tan apurado que me acerqué bastante a los 24 cuadros por segundo del séptimo arte.
  • The challenge: Fotografiar una entrevista, en forma de "mesa redonda", que se había realizado días atrás, a más de 1000 kilómetros de distancia, en la ciudad de Formosa.
  • The plan: Ubicar a los tres entrevistados en una oficina del microcentro, y pedirles que "representen" la charla que habían tenido (si hubieran sido actores, todo habría resultado demasiado facil).
  • The plus: Hacer una foto de apertura para la nota. Donde los tres personajes aparecieran mirando a cámara, preferentemente felices, y esta vez sin estar simulando nada.


La primera sorpresa fue cuando llegué, a la hora pautada, al lugar pautado. Nada más recibirme, mi "contacto" en el lugar (el agente de prensa de IPCVA) me informa:
 -Están en una reunión. No los puedo sacar.
Decidimos que voy a volver a las cuatro (hora y media más tarde) para tener tiempo de buscar un lugar propicio, armar y probar las luces, y liberar a los tres actores a las cinco.
-Mirá que a las 5 se van, eh. Me advierte la apocalíptica voz de la conciencia.

Decido caminar unas cuadras hasta el café que me gusta y me quedo mirando el reloj hasta la hora convenida.
Como el guardia de seguridad de la entrada casi no me hizo perder tiempo y el ascensor llegó enseguida, estuve de vuelta en el lugar antes de las 4.
Grande fue mi sorpresa cuando me apeé en el piso 22 y lo vi a "contacto" haciendo la foto con su teléfono celular. Me mira con pánico.
-Se tienen que tomar un avión. Pensé que no llegabas.
En este punto, sólo la desesperación que sentí impidió que me desmayara.
Me presento a los entrevistados, formateo la tarjeta, me saco la campera y trato de memorizar su nombres. Todo junto y al mismo tiempo que busco de reojo un lugar donde fotografiarlos, mientras trato de adivinar cuántos tercios de potencia tengo que bajar el flash para que coincida con las dicroicas asesinas del rincón.

Lo que siguió fue un torbellino de indicaciones y fotos, donde no me alcanzaba el aire para decirle a los tres al mismo tiempo dónde se tenían que parar y hacia dónde tenían que mirar.
Los improvisados actores colaboraron entusiasmados (había que tomar ese avión) y fueron enormemente creativos al momento de imaginar que los estaban entrevistando.
Gracias a eso pudimos lograr tres imágenes (bastante anodinas pero "correctas") que sirvieron para ilustrar la nota, en apenas diez minutos exactos!!
En el medio hasta tuve tiempo de sacarme los zapatos para subirme a un sillón de cuero que parecía nuevo, y hacer que los actores probaran dos o tres cambios de vestuario (no, esto no).

Recién cuando mis modelos se abalanzaron escaleras abajo en busca de un taxi al aeropuerto, me dí cuenta de lo silenciosa que estaba la habitación. El "contacto" y yo nos miramos como si acabáramos de bajar ilesos del pulpo del ItalPark.

Foto 1: Prueba de luz. Notarán aquí la total ausencia de fotómetro, cartón gris al 18% o cualquier otra herramienta  que destile profesionalismo. 




Foto 2: La última, diez minutos después. En el medio solamente el flash rebotando en el techo, con el cabezal del zoom seteado a 24mm y sostenido por el amabilísimo "contacto", que seguía disparando fotos con su iphone. El trípode y mi querido paraguas tuvieron que quedarse en el estuche.


29 de abril de 2012

Una foto que no salía bien. O "cómo hacer una foto con dos flashes, utilizando un sólo flash".

Isela Costantini es la nueva CEO argento-brasilera de la General Motors en el país. En este país. Era una nota de tapa segura, y fuimos (fui) con una idea concreta de la foto que tenía que hacer.  Un retrato que pudiera recortarse, preferentemente con un fondo blanco o bien iluminado, con un poco de angular (solo un poco) y la modelo en alguna postura que denotara la actitud fuerte y enérgica que se supone debe tener una mujer joven que llegò a ocupar unalto cargo en una empresa lider dentro de un sector particularmente competitivo. Después de cumplir con todo esto tendría la libertad de hacer algunas fotos más (para la apertura de la nota y algún recuadro) “como yo quisiera”.
En el mail de la gente de prensa de General Motors advertían “Van a tener una hora para toda la nota”, así que tuve la precaución de llegar con tiempo suficiente. Suficiente para tomar un café en la esquina y después esperar en un sillón mientras se hacía tarde. Cuando me recibieron tuve cinco minutos para dar una rápida mirada a la sala de reuniones y armar el equipo. Valga la redundancia cuando digo que la sala de reuniones era una sala horrible sin atractivo ninguno, y que sería el principal obstáculo a vencer para conseguir una foto ya no digamos impactante, sino por lo menos decente.
Después de otro pequeño cambio de planes (no de “nuestros” planes) nos avisaron que solo tendríamos 50 minutos para la nota (la nota y las fotos). En el tiempo que me correspondía me las arreglé para hacer algunos retratos con y sin los horrendos banners plásticos que me habían facilitado, y después le pedí a Isela que se ubicara delante de una pared blanca para hacer fotos que fueran más fáciles de recortar. Me subí a la mesa lo más rápido que pude para evitar que me detuvieran, y disparé las fotos que tenía pensadas, con el fondo blanco, el gran angular, un ángulo ligeramente picado, y la luz del flash bien cerca del sujeto para darle algo de carácter a la iluminación.
Después tuve la osadía de proponer que siguiéramos haciendo fotos en la entrada del edificio. Creo que aceptaron solamente porque ahí estaba la oportunidad de incluir en las fotos algún vehículo de la marca.
Me apuré para hacer fotos con distintos lentes, horizontales y verticales, incluyendo o no el auto que habían traído. Cuando terminamos, Isela, que había colaborado muchísimo para las fotos, me dijo con una sonrisa encantadora: “espero que no tengamos que volver a hacer fotos hasta dentro de tres años, por lo menos”.
Ni ella ni yo imaginamos que estaríamos repitiendo las tomas sólo dos días después. Esta vez sí, con  mucho menos tiempo y entusiasmo. 


La idea que más gustaba era esta, pero no convencía la diferencia de iluminación entre el lado derecho y el izquierdo del sujeto, cosa que yo había planeado estratégicamente, colocando mi paraguas (a esta altura, la estrella indiscutida del blog) a pocos centímetros del rostro de Isela (un palmo, para los lectores angloparlantes). Me parecía que esa diferencia de luz aportaba algún atractivo al retrato anodino que estaba haciendo. 

El problema parecía ser que, una vez recortada la silueta y pegada sobre un fondo liso, esa diferencia de iluminación resultaba antinatural
Se me ocurrió que podía resultar antinatural y a la vez atractiva. O  bien, que se podía eliminar ese efecto degradando el color del fondo en la misma proporción del sujeto.
Pero insistir en esto podía interpretarse como un rechazo a la idea de salir corriendo con mi gigantesca mochila y el bolso del trípode, para atravesar el microcentro a la hora pico en busca de una nueva imagen, así que acepté el desafío y partí. 
Los ánimos de dos días atrás se habían esfumado, y ni la gente de prensa de GM, ni su flamante CEO, ni la recepcionista ni yo estábamos tan entusiasmados con la idea de las fotos. Me advirtieron que esta vez sí tendríamos apenas unos minutos para resolver.

Pedí a mi sujeto que se ubicara de costado ante una pared blanca, tan cerca como las normas de la buena educación me lo permitían. Del otro lado puse mi paraguas, esta vez arriba de la mesa y bastante más alejado. Se supone que de esta manera, la cantidad de luz que llega al sujeto, y la que llega un poco más allá y rebota en la pared blanca, no son taaaaan diferentes, y se obtiene una iluminación mucho más pareja que puede parecer (a cualquiera que no se tome un minuto entero para analizar la foto), la que producirían dos fuentes de luz. 
-Para una mejor comprensión de esta idea, por favor lean cualquier otro blog de gente que realmente sabe lo que hace y puede explicarlo mucho más claramente-.
 Hice apenas tres fotos rogando que salieran bien, atento al mismo tiempo a los reflejos, a las sombras, a los mechones de pelo que pudieran desordenarse, a las arrugas de la ropa que podían aparecer, al pestañeo inoportuno y así.

De vuelta en la redacción todo quedó en manos del "Gato" Arima, excelso gurú del diseño y la composición. Con su talento, mi material y la opinión de todos los que al caso andaban por ahí, se propusieron tres o cuatro modelos de tapas bastante satisfactorias (que son las que ilustran esta entrada y cuyo crédito compartimos). 
Finalmente, la versión elegida, y que fue a la tapa de la revista que todos ustedes compraron (si no es así, vayan a comprarla ahora!), esta hecha con una de las fotos de la primera sesión, iluminada apenas con la luz de un día nublado:


8 de marzo de 2012

MASAMOTO SHIRO-KO HONGASUMI

También “un masamoto”, a secas. 
¿El mejor cuchillo del mundo? Posiblemente.
Masamoto Sohonten es hoy el sello que la quinta generación de japoneses imprime a los cuchillos que, desde 1872, fabrican a mano con la misma técnica milenaria con que se hacían las espadas-que-cortan-guerreros-al-medio.
Mucho más adaptados al siglo XXI, los masamoto se aplican hoy sobre cortes de salmón y rábano picante, y son una referencia obligada al hablar de cuchillos profesionales. Los chefs japoneses creen que realizar un corte perfecto es escencial para mantener el sabor natural de los alimentos, por eso las hojas japonesas son extremadamente delgadas y afiladas.  
Minosuke Matsuzawa empezó a fabricar cuchillos hace casi 150 años, y hoy Masamoto Sohonten es una de las marcas más reconocidas mundialmente por los chefs profesionales, verdaderos ninjas de la tabla de picar.
¿Cómo llegó hasta mis profanas manos (y hasta mi profano lente) tan excelsa obra de arte?
Iwao Komiyama fue premiado en 2005 como el mejor cocinero nikkei (nacido fuera de Japón)
de comida japonesa. De manos del primer ministro japonés recibió esta maravilla hecha de acero al carbono y cuerno de búfalo de agua. Me lo mostró cuando lo entrevistamos.

intimidante!
¿La foto? Hice girar mi paraguas durante un rato alrededor del cuchillo, principalmente para impresionar a los cocineros que estaban mirando (hicimos las fotos en una escuela de cocina). Cuando me cansé de no obtener nada más que reflejos, brillos y sombras justo donde no las quería, apagué el flash y disparé algunas fotos con la luz natural. Esta es la mejor. Las zonas oscuras en los bordes son resultado de apagar la corrección de iluminación periférica. Lo que está grabado en la hoja (para los que no entiendan japonés) es el nombre del dueño.
Una curiosidad: hay una versión para zurdos; la hoja de los masamoto (y de otros cuchillos japoneses) está afilada hacia uno de los lados, esto es, visto de frente, como a punto de besarlo, el fijo del cuchillo no está en medio del ancho de la hoja, sino hacia uno de los lados. Esto provoca cortes más perfectos, y un deslizamiento mucho más eficaz.

12 de enero de 2012

El periodista en el ojo de la tormenta


Hace poco, en una charla familiar hablábamos sobre Victor Hugo Morales; sobre sus abruptos cambios de postura con respecto a algunas políticas del gobierno K. Un par de días después vuelvo a Buenos Aires y me toca ir a hacerle unas fotos. Me pareció una casualidad divertida y me imaginé cómo reaccionaría remontador cósmico si le dijera "mi abuela te escucha siempre pero piensas que sos un  p:$::!#!:".
Hubo un malentendido sobre la hora en que habíamos quedado para hacer las fotos (pasa todo el tiempo), y cuando llegué a la radio ya estaban en medio del programa. Armé un paraguas y saqué dos o tres fotos de V.H.M. con su termo y su mate (todas horribles) en una pausa de noticias. Después le avisé por señas que iba a buscar un mejor lugar para hacer unos retratos más y salí. Decir "un mejor lugar" y salir a recorrer los pasillos grises de la emisora puede sonar contradictorio, pero había tanta gente adentro de ese estudio (entre locutores y públicos) que parecía imposible mejorar la hasta entonces pobrísima producción que había logrado. 
Encontré por ahí una columna pintada de rojo, puse el flash como me pareció, y volví al estudio sintiéndome derrotado de antemano. 
Entrevistaban telefónicamente a barrosescheloto. No sé a cuál de los dos. Mientras esperaba puse el tele y disparé algunas fotos desde el otro lado de la mesa, sólo para no quedarme de brazos cruzados. Resultó que esas fotos entre los micrófonos, con la luz horripilante que había adentro de ese estudio, fueron las mejores. Cuando el editor las vio dijo 
-Al final entendiste lo que había que hacer!



La que se publicó era muy parecida a esta. Victor Hugo estaba un poco más tapado pero más favorecido (no tan mefistofélico como acá).
Cómo dije, es luz natural. 2500 iso con la 5 mark II (gracias a la gente de canon!). Velocidad: 1/50 con el tele en la mano (ese mérito es mío!)




23 de noviembre de 2011

Entomología forense

Es la ciencia que estudia la fauna cadavérica. No lo explico más porque así ya suena bastante asqueroso. Entrevistamos a la experta en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (el  que está en Parque Centenario), en el segundo piso, ala dos, pasillo cuatro, oficina cuatrocientos algo... Conozco poco sobre museos, pero sospecho que a ninguno le faltan esos pasillos con aire de catacumba romana atiborrados de estanterías e iluminados como cuartos de revelado. Me tomó casi veinte minutos despejar una esquina de la mesa y 50 cm cuadrados de piso donde apoyar el trípode.
Se me ocurrió empezar con algunos "detalles" que podían ocupar recuadros en la nota (siempre me esmero cuando de entomología forense se trata) así que empecé con un muestrario de dípteros, que no es más que una bandeja llena de moscas. Mientras trataba de enfocar al mismo tiempo el escarabajo del durazno y la cucaracha que estaba al lado, la doc. explicaba que lo más común en Bs As es encontrarse con gente que lleva días muerta en su departamento.... el desiderátum del entomólogo! 

Cuando terminé de jugar con eso me ofrecieron dos o tres frascos de "muestras". Estaba por aceptar cuando me di cuenta de que eran muestras de cadáveres. 
-Mejor pasemos a los retratos!!



El lugar era bastante oscuro (es un museo, claro) y desordenado. Me pareció que el flash pelado, sin paraguas ni nada, le daba el toquecito de luz nada más que a la doctora. Quedaron dos fotos; una entre las estanterías de la catacumba. La otra jugando con el microscopio. 



17 de noviembre de 2011

Pura técnica fotográfica

Fuimos con Douglas a entrevistar a la gente de LuzVida, productores de wheatgrass o jugo de pasto de trigo. Como se adivina, es el producto de exprimir brotes de trigo en su etapa germinal, y produce un potaje energético-vitamínico que a veces fortifica y a veces descompone, según se lo consuma con jugo de naranja o en forma de brownie. Esta fue la primera de mis incursiones en el mundo de los exprimidos energéticos, y fue tan instructiva como desopilante.
Pero lo importante de esto es que durante la nota (durante las fotos), surgió un problema lumínico característico (toda clase de problemas surgen cuando tratamos de hacer una foto decente) que resolvimos con una depurada técnica  fotográfica que se llama "agarrá ese plástico y ponelo acá".




Así que lo vemos a Douglitas, multidisciplinario periodista y padre siempre dispuesto a colaborar sin perder la sonrisa, sosteniendo lo que los fotógrafos rusos llaman go bo y que podríamos traducir como bandeja plástica. Al medio Diego, después Mariano y en la linea de fuga el dr. Wheatgrass. Gracias D.!!

Abajo, a modo de ejemplo, una vista aérea del wheatgrass (aérea quiere decir desde el helicóptero). 


4 de noviembre de 2011

Un poco de política económica

Este es Claudio Cesario, presidente de la asociación de bancos (lo era en el momento de la toma). 
Le hicimos una entrevista los últimos días de noviembre del 2011, justo en la semana en que empezaron las restricciones para la compra y cambio de dolares. En la calle todos hablaban de lo mismo y daba vueltas el fantasma del corralito. Yo estaba pintando las paredes de mi casa, y en una radio salpicada de blanco Matías Martin leía un blog que recreaba día a día el quilombo del 2001.




Creo que esta foto tiene un poco del clima agobiante que habrá sido estar en medio de ese quilombo. Ese mismo día, el señor Cesario fue entrevistado "al paso", es decir atracado en plena calle por los micrófonos, cuando iba a una reunión en la rosada: "Vamos a ver como lo solucionamos".
La imagen me gustó apenas la vi, con toda esa viñeta negra del lente (que no es más que la corrección de iluminación periférica desactivada, para los fetichistas del "cómo se hizo") y el clima que tiene. 
El flash encima de la cámara, rebotado en el techo con el zoom al máximo (en 105 mm, creo) potencia un poco ese efecto de luz "direccionada".
En un principio pensé que no serviría para la revista donde publicábamos así que casi la descarto; la puse acá, donde pensé que no molestaría a nadie. Finalmente Gabi Fiant, sacerdotisa del diseño y la paciencia, me sorprendió plantándola en mitad de la página.